El cantautor asturiano Víctor Manuel ha sido uno de los pocos artistas españoles que le ha echado narices y se ha pronunciado con una de sus últimas canciones sobre el delicado asunto de la Memoria Histórica, y más concretamente, sobre la búsqueda y apertura de las fosas del Franquismo. Por esta iniciativa le han llovido varapalos de gente que vivió aquellos años de ignominia y no está por la labor de recordar, o de jóvenes inconscientes que se han creído el cuento de que es mejor no remover el pasado.
Yo soy un firme convencido de que cuanto más doloroso y amargo es ese pasado más conviene recodarlo con objeto de no repetirlo. Y el ejemplo más claro lo tenemos estos días, con los obispos una vez más metidos en política, jaleando a las masas y enterrando los hocicos donde ni Dios ni el hombre lea han dado carta blanca. Calentando el ambiente al igual que determinadas emisoras de radio y cabeceras de prensa, "crispando el ambiente", como ellos mismos dicen para intentar ocultar torpemente su espinazo de lobo con una escueta piel de cordero.
La cuestión de las fosas comunes es dolorosa, peor aún, vergonzosa. Pero más patético todavía resulta escuchar a gente que tiene a sus muertos bien enterrados, aducir que no entiende por a qué hay que andar metiendo las palas en las cunetas para remover esos cadáveres. ¡Y a usted, caballero -o señora, que no quiero discrimar-, qué narices le importa! No son sus difuntos los que, mal enterrados , como dicen la canción, "ni mueren ni reposan". ¿Acaso le incomoda, le produce cierto ardor de estómago, que los que durante cincuenta años no pudieron reclamar a sus familiares asesinados quieran ahora enterrarlos con decencia, y no dejarlos olvidados peor que a un perro, junto a una tapia o una cuneta?
En mi familia tuvimos la suerte de no tener que lamentar ninguna tragedia de esta índole, pero puedo comprender perfectamente a quien sí se acueste cada noche sin que nadie le haya podido confirmar nunca qué pasó de verdad con su esposo, hermano, padre o abuelo. Y es de desalmados, de inconscientes, de tristemente engañados, el intentar convencer a estas personas de que no intenten dar paz a sus almas localizando los restos de esos seres queridos. ¡Y es que es evidente! Como escribe Víctor Manuel en esta canción: "¿Cómo voy a olvidarme, de todas las derrotas, de tantas humillados, de las familias rotas? ¿Cómo voy a olvidarme, de sueños imposibles, de tantos invisibles, y de tantas victorias?
Mucha suerte a quienes no se resistan a olvidarse, a quienes lo siguen intentando. Mi incomprensión para quienes se siguen oponiendo.
Yo soy un firme convencido de que cuanto más doloroso y amargo es ese pasado más conviene recodarlo con objeto de no repetirlo. Y el ejemplo más claro lo tenemos estos días, con los obispos una vez más metidos en política, jaleando a las masas y enterrando los hocicos donde ni Dios ni el hombre lea han dado carta blanca. Calentando el ambiente al igual que determinadas emisoras de radio y cabeceras de prensa, "crispando el ambiente", como ellos mismos dicen para intentar ocultar torpemente su espinazo de lobo con una escueta piel de cordero.
La cuestión de las fosas comunes es dolorosa, peor aún, vergonzosa. Pero más patético todavía resulta escuchar a gente que tiene a sus muertos bien enterrados, aducir que no entiende por a qué hay que andar metiendo las palas en las cunetas para remover esos cadáveres. ¡Y a usted, caballero -o señora, que no quiero discrimar-, qué narices le importa! No son sus difuntos los que, mal enterrados , como dicen la canción, "ni mueren ni reposan". ¿Acaso le incomoda, le produce cierto ardor de estómago, que los que durante cincuenta años no pudieron reclamar a sus familiares asesinados quieran ahora enterrarlos con decencia, y no dejarlos olvidados peor que a un perro, junto a una tapia o una cuneta?
En mi familia tuvimos la suerte de no tener que lamentar ninguna tragedia de esta índole, pero puedo comprender perfectamente a quien sí se acueste cada noche sin que nadie le haya podido confirmar nunca qué pasó de verdad con su esposo, hermano, padre o abuelo. Y es de desalmados, de inconscientes, de tristemente engañados, el intentar convencer a estas personas de que no intenten dar paz a sus almas localizando los restos de esos seres queridos. ¡Y es que es evidente! Como escribe Víctor Manuel en esta canción: "¿Cómo voy a olvidarme, de todas las derrotas, de tantas humillados, de las familias rotas? ¿Cómo voy a olvidarme, de sueños imposibles, de tantos invisibles, y de tantas victorias?
Mucha suerte a quienes no se resistan a olvidarse, a quienes lo siguen intentando. Mi incomprensión para quienes se siguen oponiendo.
Cómo voy a olvidarme
Cómo voy a olvidarme,
Si el olvido es mi memoria,
De qué debo olvidarme,
Están hablando en broma.
Cómo voy a olvidarme,
Solo olvidan los bobos,
Que reescriben la historia,
Para borrarlo todo.
Cómo voy a olvidarme,
¿Dónde pongo las sombras?
Solo quiero saber
¿Dónde están los que sobran?
Cómo voy a olvidarme,
De todo aquí y ahora,
Lo diga quien lo diga,
O el padre santo de Roma.
Cómo voy a olvidarme,
De todas las derrotas,
De tantas humillados,
De las familias rotas.
Cómo voy a olvidarme,
De sueños imposibles,
De tantos invisibles
Y de tantas victorias.
Cómo voy a olvidarme,
Si tengo el disco duro,
Rebosando hasta el borde,
Que alguien venga y lo borre.
Cómo voy a olvidarme,
Ya se que les estorba,
Que se habrán las cunetas,
Que se miren las fosas.
Y que se haga justicia,
Sobre todas las cosas,
Que los mal enterrados,
Ni mueren ni reposan.
Cómo voy a olvidarme,
De esa turba furiosa,
De esos años de plomo,
Y curas con pistola.
Cómo voy a olvidarme,
De todas las derrotas,
De tantas humillados,
De las familias rotas.
Cómo voy a olvidarme,
De sueños imposibles,
De tantos invisibles
Y de tantas victorias.
Como voy a olvidarme,
De los años vividos,
No se acaba el camino,
Y aún estamos vivos.
Muy buena letra, tan buena que sin música ya me gusta. Me parece muy bien eso de "levantar las cunetas y mirar las fosas". A mí también me ha gustado.
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